sábado, 17 de abril de 2010

Felicidad es ver salir el arco iris después de una tormenta, es el aroma del caférecién hecho por la mañana, es una caricia inesperada, es caminar sobre lanieve, es acurrucar la nariz fría bajo una mantita amorosa, es un abrazoinmenso y tierno, es la sonrisa de un bebé, es mirar al mar, es una alfombra deflores, es música, es el murmullo de un río, es la mano de un amigo, es olor ahierba mojada, es una gaviota surcando el cielo, es la risa compartida, es elsilencio en compañía, es un ramo de rosas amarillas, es soñar despierto, es unavoz amiga al otro lado del teléfono, es un atardecer, es ...


La felicidad: un tesoro que, aunque en ocasiones la vida nos haga creer lo
contrario, no nos es en absoluto ajeno.

Desde la antigua Grecia se viene ya debatiendo y tratando de descubrir el significado de este concepto tan abstracto como infinito en matices, tan difícil de contestar como fácil de
preguntar porque, ¿quién no se ha cuestionado alguna vez qué es la Felicidad y qué puede hacer para conseguirla?

"La felicidad es como una mariposa que,
cuando la persigues, siempre está fuera de tu
alcance: pero si te paras y te sientas en
silencio, podría posarse encima de ti."
(Nathaniel Hawthorne)

¿Qué es la Felicidad? Los filósofos de la antigua Grecia ya se retorcían el cerebro tratando de responder a esta cuestión. Para unos, la felicidad consistía en sentir placer y evitar el sufrimiento; para otros, la felicidad sólo se alcanza gracias a la autorrealización personal.

Está claro. la felicidad depende de muchos “dependes”: depende del instante, ya que es imposible que podamos ser felices de una forma constante; de las motivaciones y metas que cada uno guarde en la mochila de su vida, porque no a todos nos hacen felices las mismas cosas ni los mismos momentos.

“Con frecuencia, algunos buscan la felicidad
como se buscan las gafas cuando se tienen sobre la nariz”
Gustavo Dorz

A veces, no podemos evitar plantearnos la felicidad como una meta a la que llegar, como un fin que conseguir y, otras veces, no podemos evitar pensar que nuestra felicidad depende de circunstancias externas a nosotros mismos y ajenas a nuestro control.

Quizás no podamos evitarlo pero, esos pensamientos nos vuelven ciegos y no nos hacen percibir la auténtica realidad: que la felicidad no está al final del recorrido sino en cada pasito de la senda, y que la felicidad no está allá afuera sino latiendo en nuestro propio interior.
Desde esta perspectiva, todas las afirmaciones tales como “para ser feliz necesito...”, “si tuviera ... sería completamente feliz”, “sólo me falta ... para ser feliz”, etc, carecen de sentido y se reducen a que para ser feliz no necesito tener, necesitar o desear algo externo a mi; simplemente he de serlo. Feliz.

No hace falta nada más; el resto, lo que venga y tenga, es completamente
accesorio.

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